El 31 de enero del 2018 Thomas Vann Altheimer, artista y galerista danés ofreció una charla sobre arte contemporáneo. A continuación la transcripción del la misma.
La razón por la que uso la palabra risa y el concepto de arte contemporáneo en el título es porque son importantes para mí. He intentado realizar proyectos graciosos y tontos dentro del arte contemporáneo durante 15 años y también son el enfoque de mi investigación que forma parte de mi doctorado basado en investigación práctica en la Universidad de Goldsmiths en Londres.
Permítanme primero explicar la lógica de la pregunta ¿Nos reímos con o del arte contemporáneo?
Reírse de alguien o con alguien es una pregunta que normalmente asociamos con el bullying en la escuela.
Reírse de alguien es divertirse a costa de este. Esto significa que uno toma o deduce el valor de la persona afectada y se aumenta o agrega este valor a sí mismo.
Esto significa que los bullies que se ríen de los demás se sienten más valiosos que la persona de la que se están riendo.
Con esto, los bullies asumen una posición más alta en la jerarquía social al ridiculizar a otra persona.
Este valor más elevado que enaltece al bully y sus amigos también sirve para profundizar los lazos entre ellos. El grupo de bullying se vuelve muy unido; se convierte en un grupo exclusivo con membresía exclusiva, que solo pocos pueden esperar obtener. El sentido del humor es exclusivo.
Luego está la pregunta de qué desencadena la risa del bully. Sabemos que el bullying ocurre para facilitar una transferencia de valor. Pero la risa del bully también necesita una razón, un pretexto para que ocurra.
Aquí es interesante notar que la risa del bully a menudo no es divertida. Es una clase de risa forzada y artificial.
Muchos de nosotros hemos enfrentado a bullies riéndose sin entender por qué se están riendo. Dentro del mismo grupo de bullies esto se hace más evidente a medida que el grupo se vuelve más fuerte y más “valioso” con la extracción constante de valor de sus víctimas. Los criterios para desencadenar su risa se vuelven más oscuros hasta cierto punto donde los miembros mismos no están seguros de por qué están riendo.
El grupo de bullies se vuelve tan grande y poderoso que es mucho más grande que sus miembros individuales. El pretexto del humor detrás de la risa ya no es visible o reconocible y la gente en el grupo ahora ríe por temor a terminar en el otro lado en donde se rían de ellos.
En esta situación, pocas personas realmente entienden la broma, si es que alguna vez hubo una desde el principio.
Esto es en parte también el resultado de la necesidad cada vez mayor de expandir el valor del grupo de bullies, lo que significa que necesitan más y más víctimas para reírse. Es por eso que es tan fácil que terminen riéndose de ti incluso si eres un bully.
No hay solidaridad y amor entre los bullies, por lo que es muy fácil terminar siendo una víctima dentro del mismo grupo.
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Luego está la clase de risa opuesta – reír con alguien. Es posible que escuchemos a un maestro de escuela decir que es importante que nos riamos con alguien en lugar de reírnos de él o ella. A menudo dirán esto en un intento de intervenir cuando alguien está siendo intimidado.
La lógica aquí es que la risa no ocurre a expensas de alguien. No hay transferencia de valor de uno a otro. En cambio, todos participan en igualdad de condiciones. Todos ríen porque todos entienden la broma. Todos están metidos en eso. El sentido del humor es inclusivo.
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Hasta este punto, he explicado la lógica del bullying. Ahora sigue la tarea de explicar cómo es que el arte contemporáneo se relaciona con el bullying y por qué he preguntado si nos reímos con el arte contemporáneo o de él.
Pero primero tenemos que ofrecer una definición de arte contemporáneo:
El arte contemporáneo es algo que ocurre, algo que ocupa espacio y algo que toma tiempo.
Cuando digo que ocurre, me refiero a que el arte contemporáneo es una actividad determinada que existe en el tiempo.
Esta actividad ocupa un espacio específico ya sea en nuestras mentes o en una ubicación física real.
Finalmente, la actividad toma tiempo. Toma tiempo para realizarse y toma tiempo para que el público lo perciba.
Por supuesto el arte contemporáneo es mucho más que esto, pero esta es la ontología básica del arte contemporáneo.
En la superficie del arte contemporáneo vemos esta ontología en diferentes modalidades.
La vemos, por ejemplo, como
Discusiones de mesa redonda
Ferias de arte
Exhibiciones
Muestras privadas
El idioma ingles
Escuelas de arte
Catálogos
Feeds de Instagram
Revistas de arte
Ciudades grandes como Los Angeles, Bogota, Londres, Berlin, Sao Paolo, Nueva York, Ciudad Mexico
Boletines por correo electrónico
Bienales
etc
etc
Estas son todas las modalidades del arte contemporáneo, que podemos reconocer como parte del campo del arte contemporáneo.
Aquí es interesante observar que el arte contemporáneo no existe en una modalidad de una sola obra de arte. La obra de arte como tal no es arte contemporáneo.
Una obra de arte solo puede entenderse como contemporáneo a través de su relación con el campo del arte contemporáneo. Debe reconocerse una obra de arte como contemporáneo para poder unirse al campo del arte contemporáneo con sus modalidades específicas.
Si vemos una obra de arte, todos podemos estar de acuerdo en que es un ejemplo de arte, y el artista es libre de afirmar que ha hecho una obra de arte.
Pero un artista no puede postular por sí mismo que su obra es arte contemporáneo o que pertenece al campo del arte contemporáneo. El artista solo puede afirmar que su obra es “arte” en un sentido general. Él es libre de afirmar que cree que su obra es arte y que comparte cualidades con otras obras de arte. Pero solo en un sentido más general — esta categoría general contiene todo desde pinturas rupestres en Baja California hasta obras de Leonardo da Vinci, humildes pintores de retrato en parques temáticos o en el Bosque de Chapultepec y obras de artistas como Andy Warhol y Picasso.
Para calificar dentro de la estrecha categoría del arte contemporáneo, el trabajo debe existir simultáneamente a través de una serie de modalidades que se reconocen como modalidades del arte contemporáneo. Debe ser diferente de sí misma en la manera en que deja su propia ontología aislada como una pieza única y limitada para participar o convertirse en la ontología del arte contemporáneo, que es diferente de la ontologia de la obra de arte original.
Significa que hay dos momentos de creación involucrados en la producción de arte contemporáneo. En el primer momento de la creación, el creador da forma a la obra de arte. En el segundo momento de la creación, la obra de arte se despoja de su identidad única y se le otorga un significado relacional y un valor totalmente ajeno a sus orígenes.
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Encuentro el hecho de que ningún artista puede decir que hace “arte contemporáneo” realmente interesante, porque significa que el poder para obtener la codiciada designación “contemporáneo” se encuentra en una matriz de modalidades que pocos individuos pueden pretender controlar.
Para obtener la designación “contemporánea”, los artistas deben involucrarse en un cierto comportamiento para poder hacer que su obra de arte sea adoptada y aceptada a través de diversas modalidades del arte contemporáneo.
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Ahora, cuando se trata de la cuestión del bullying y el arte contemporáneo, debo admitir que no había pensado correctamente sobre la pregunta “¿Nos reímos con el arte contemporáneo o de él?”
De hecho, tenía la intención de hacer la pregunta inversa: ¿El arte contemporáneo se está riendo con nosotros o de nosotros?
Esto se debe a que la estructura de la pregunta para esta charla tal como fue promovida implica que somos nosotros los que tenemos el poder de decidir si elegimos reírnos de o con el arte contemporáneo.
Si este fuera el caso, significaría que de hecho somos bullies nosotros mismos. Esto podría ser cierto. Y si lo es, me parece bastante gracioso, porque todos los que participan en el arte tienen una tendencia a pensar en sí mismos como buenas personas, que están trabajando por el bien del mundo.
Si de alguna manera pudiera demostrar que todos los artistas son bullies — eso sería fantástico — porque liberaría no solo a los artistas, sino también al campo del arte contemporáneo de una gran cantidad de porquería santurrona y carrerista que solo piensa en ayudarse a sí misma.
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Pero el hecho es que los artistas están en una posición más débil, no tienen el poder para definir su trabajo como contemporáneo. De esto se desprende que solo pueden esperar que el arte contemporáneo se esté riendo con ellos y que no se burlen de ellos.
Si los artistas tratan de reírse del arte contemporáneo, serían excluidos inmediatamente, porque ellos, como individuos, no tienen el poder de definir lo que es contemporáneo o no.
Si no nos reímos con el arte contemporáneo, no formamos parte del arte contemporáneo y, por lo tanto, seríamos excluidos del mismo modo que las víctimas del bullying son excluidas.
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Nos guste o no, el arte contemporáneo es un bully porque le quita valor a sus víctimas — los cientos de miles de artistas que hacen arte que esperan ser aceptados como arte contemporáneo.
Este valor luego se transfiere a círculos exclusivos.
Además, vemos cómo — al igual que con los grupos de bullies que pueden fácilmente pasar a reírse de un miembro de ellos — vemos cómo los significados, reglas, modalidades y códigos que hacen al arte contemporáneo pueden ser tan difíciles de entender que incluso la persona más poderosa en el arte contemporáneo tiene miedo de que se rían de él o ella.
Parte 2
Hay 2 tipos de risa en el arte.
Una es fácil – como una broma. La otra es graciosa también, pero complicada y más profunda. Contiene muchas capas y, a menudo, implica su propio marco o contexto, así como su creador. La broma fácil nunca implica al creador o a su marco. Es una risa breve y directa que es tan delgada como la idea que concibió el trabajo.
Esto no es necesariamente malo. A veces las ideas ligeras son buenas. Especialmente en tiempos en los que hay tantas cosas tratando de captar nuestra atención. La atención es recurso valioso que no se disminuye.
El arte conceptual es el precursor más reconocible del arte contemporáneo y muchas obras de arte conceptual toman la forma de una broma rápida.
Las risas largas son más complicadas pero no menos graciosas que las bromas rápidas. Tampoco son menos accesibles que las obras de arte que toman la forma de bromas. De hecho son aún más accesibles a una audiencia más grande que a un público reducido de arte contemporáneo porque su complejidad y profundidad ofrecen muchos más puntos de entrada y contacto que el arte de una sola broma.
Yo nombraría las dos formas de risa como “risa fácil” y “risa oscura”. Hay muchas obras de risa oscura dentro del arte conceptual y contemporáneo, pero como son más complicadas e indecisas, a menudo se situan dentro del marco o márgenes del arte contemporáneo. No son tan fáciles de reconocer porque frecuentemente incorporan menos modalidades de arte contemporáneo que las del arte de risa fácil.
Me gustan mucho las bromas, pero he llegado a pensar que el arte bromista, el cual alguna vez fue refrescante y progresivo, se ha vuelto viciado y conservativo. Mi problema con el arte bromista es que ya no conmueve o amenaza nada; es complaciente y distante y se maneja en un espacio de arte puro sin arriesgarse en el marco del espacio artístico y del creador de la obra de arte bromista.
Cuando el arte bromista comenzaba era tan amenazador e indeciso como el arte de risa oscura. Constituía un enorme riesgo para el creador y el marco de referencia, porque no se parecía a nada más. No compartía muchas de las modalidades de otras formas de arte reconocidas.
Hoy, la posición tenue y riesgosa la sostiene el arte de risa oscura. Es una clase de arte valiente que se atreve a evitar las casillas del arte contemporáneo. La risa oscura es abierta y atractiva, atrae una audiencia más amplia, es por esto que es rechazada fácilmente por los círculos más exclusivos del arte contemporáneo.
El arte bromista es más reducido. O lo entiendes o no. Si no lo entiendes, no le importa, porque es demasiado cool para importarle y la audiencia tiene que reír y fingir que definitivamente lo entienden, para poder compartir lo cool que el artista posee. Este tipo de arte más reducido está ahí para volver al artista cool y darte una muestra de cool para llevarte a casa y poder decirles a tus amigos que posees una pequeña pieza de cool.
En el arte de risa oscura nadie se ve cool. El artista corre el riesgo de verse muy mal. Él es decididamente no cool. A las audiencias más grandes les gusta esto porque se sienten superiores al artista, quien pone una cascara de plátano para resbalar y caerse. A las audiencias más restringidas no les gusta, porque no les queda nada cool para llevarse a casa. Al público más amplio le gusta porque pueden volver a casa y contar historias sobre artistas que hicieron el ridículo. Como consecuencia, más personas están dispuestas a interactuar con la obra de arte de una manera mucho más profunda a diferencia de las audiencias más restringidas, que solo quieren participar en la broma. Y si no están en la broma, fingen estarlo, para que ellos también se puedan ver cool y parezcan comprenderlo por completo.
El arte de la risa oscura amenaza a las personas y su estado personal. No se burla de unos pocos, pero se ríe con los muchos. La risa oscura son los muchos que se ríen de la risa cool y superficial de unos pocos. La risa oscura es fuerte, rugiente y en estruendosa, hace que la delgada risa de broma no sea audible.
Una exitosa obra de arte de risa oscura hace que el artista cool y su público se sientan avergonzados. Entonces perderán su cool. En el arte de la risa oscura, la audiencia no es avergonzada a una risilla forzosa de ¨si, lo entiendo¨. En cambio, el público elige si se ríe o no. Si elige no reírse, es porque la audiencia siente que el arte no valió la pena.
Este público empoderado puede dejar atrás la obra de arte, sintiéndose superior al arte y la obra de arte sin sentir ningún tipo de vergüenza.
Esto es contrario al efecto de la obra de arte bromista, que deja a los muchos avergonzados o confundidos sobre el significado de la broma e invita a pocos a reírse.
El arte de la risa oscura le brinda a la audiencia una mezcla de buenas ideas, materiales y contextos que los atraerán e inspirarán. El arte conceptual de risa fácil provoca una risa débil en aras de una broma. En el peor de los casos, el arte de la risa fácil es una broma que solo hace a la audiencia para el beneficio de un público reducido.
Conclusión: ¿Qué es la risa oscura? Creo que el arte que es genuinamente divertido es imposible de usar con fines políticos o comerciales. Lo genuinamente gracioso es algo en lo que no se puede confiar por completo, que no se puede identificar del todo. Un trabajo divertido provoca la risa de una manera que es infinitamente más complicada que una mera broma. Cuando te entregas involuntariamente a la risa, también eres desafiado físicamente; algo te detiene y casi sacude tu cuerpo. No puedes controlarlo. Lo genuinamente divertido es algo que es más que tu placer propio, es comunitario, incluso más grande que lo comunitario. Amenaza tu ego y tu sentimiento de importancia personal. A las autoridades, las empresas y el poder no les gusta lo genuinamente gracioso, no les gusta la risa oscura, porque no puedes controlarla y usarla para tus propios fines. No puedes domarla.
Cuando pregunto si nos reímos con o del arte contemporáneo, podemos verlo como un ultimátum puesto al arte contemporáneo.
Este ultimátum se ve así:
¿Qué es divertido? Lo universalmente divertido es cuando una persona se resbala con una cáscara de plátano. Todos en todo el mundo se reirán de la persona que se resbala con una cáscara de plátano.
Para mí, lo gracioso en el arte puede ser representado por una cáscara de plátano.
Nuestro ultimátum para el arte contemporáneo es este: o te ríes con nosotros o nos reímos de ti.
Esto significa que cuando aparezcan artistas, curadores o directores de arte serios y no graciosos, lanzaremos una cáscara de plátano en su camino. Cuando caigan, su única opción será entregarse a la risa oscura y reírse con nosotros. Entonces dejarán de lado su ego y se unirán a nosotros y podremos reírnos todos juntos como uno solo.
Si hacen lo contrario y se sienten avergonzados, o se enojan con nosotros por tirar la cáscara de plátano, entonces nos reiremos de ellos. Esto es devastador para ellos. Cuando nos reímos de ellos, atacamos agresivamente su ego. La conclusión es que la única opción del arte contemporáneo es reírse con nosotros.
Thomas Van Altheimer es un artista y galerista danés que vive y trabaja entre Londres y Tijuana. Tiene un doctorado en Art Practice por Goldsmiths College, Londres. Recientemente fue artista visitante en CalArts, CA.